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Ilmo. Sr. Dr. Don Francisco Melitón Vargas y Gutiérrez (1888-1896)

El Penúltimo Obispo Angelopolitano del Siglo XIX, (antes: Primer Obispo de Colima), fue originario de Ahualulco, Jal., donde nació el 9 de marzo de 1823.


En 1840 ingresó en el Seminario Diocesano de Guadalajara, donde cursó su carrera Eclesiástica, donde obtuvo por su ejemplar conducta la “Beca de Merced”, después de haber estudiado la Sagrada Teología, obtuvo por oposición, la “Beca de Honor”; habiendo recibido la Unción Sacerdotal en el año de 1849.

Durante 7 años consecutivos enseñó en el mencionado Seminario Diocesano de Guadalajara, los Cursos de Latinidad y de Filosofía.

Más tarde, destinado por sus Superiores Jerárquicos, a le vida Ministerial, fue sucesivamente Párroco de Santa Ana Acatlán, Colotlán, Zapopan y Aguascalientes, (esta Parroquia fue erigida por S.S. León XIII, con fecha del 27 de agosto de 1899, en Diócesis, Sufragánea de la Arquidiócesis de Guadalajara).

En 1869, el Ilmo. Sr. Dr. Don Pedro Loza y Pardavé, Dgmo. Segundo Arzobispo de Guadalajara, reconociendo sus singulares méritos, lo nombró Prebendado de su S. Iglesia Catedral, donde después, por oposición, obtuvo la Canonjía Lectoral.

Fue Rector del Seminario Diocesano de Guadalajara, hasta fines del año de 1869, Gobernador de la Mitra varias veces, y después fue nombrado Administrador Apostólico del Vicariato de Baja California, donde desempeñó con prudencia y caridad ejemplares tan delicado Cargo.

Habiendo erigido el Pontífice León XIII, la nueva Diócesis de Colima, mediante su Bula del 11 de diciembre de 1881, ejecutada el 19 de noviembre de 1882, por el M. I. Sr. Arcediano de la S. Iglesia Catedral de Guadalajara: Don Luis Michel, Subdelegado del Ilmo. Sr. Arzobispo Loza y Pardavé, el mismo Sumo Pontífice preconizó, el 15 de marzo de 1883, como Primer Obispo de la nueve Sede Episcopal al Sr. Canónigo Lectoral de Guadalajara, Dr. Don Francisco Melitón Vargas y Gutiérrez quien, el 27 de mayo de 1883, fue solemnemente Consagrado, en la S. Iglesia Catedral de Guadalajara, por el Ilmo. Sr. Arzobispo de aquella Sede Metropolitana Dr. Don Pedro Loza y Pardavé; habiendo tomado posesión canónica de la Diócesis Colimense el 27 de junio de 1883.

Por espacio de 5 años, menos 27 días, gobernó su pequeña pero laboriosa Diócesis, con infatigable celo apostólico y paternal y abnegada caridad; a pesar del clima mortífero y del mal estado de los caminos, visitó varias veces el Obispado; cuando en 1883, la Fiebre Amarilla asolo al Puerto de Manzanillo y en 1884, a la ciudad de Colima, Su Ilma., digno émulo del Santo Arzobispo de Milán: San Carlos Borromeo y del esclarecido Prelado Angelopolitanos Benito Crespo y Monroy, (años más tarde uno de sus más insignes Predecesores en la Sede Episcopal de Puebla), consagrándose con ejemplar caridad cristiana, a los arduos trabajos de auxiliar a los apestados, tanto en lo espiritual, como en lo temporal, dando a sus sacerdotes y diocesanos singular ejemplo de abnegación y de heroísmo cristianos; varias veces empeñó sus Anillos Pastorales y sus pectorales para Obtener recursos pecuniarios con que atender las múltiples necesidades de los apestados, siendo 2 veces atacado por la Fiebre Amarilla, de la que sanó casi de manera milagrosa.

Habiendo fallecido, el 24 de abril de 1887, el Ilmo. Sr. Dr. Don José del Refugio Guerra y Alba, Dgmo. Segundo Obispo de Zacatecas, preconizado como Obispo de Puebla, antes de recibir sus Bulas, S.S. León XIII, con fecha 1 de junio de 1888, preconizó al Primer Obispo de Colima, Ilmo. Sr. Vargas y Gutiérrez, como Obispo de la Diócesis de Puebla.

Habiendo prestado el prescrito Juramento de fidelidad y obediencia a la Santa Sede en la ciudad de Guadalajara, ante el Ilmo. Sr. Arzobispo de esa Metrópoli, Mons. Loza y Pardavé, tomó personalmente posesión canónica de la Diócesis Angelopolitana, el 2 de septiembre de 1888, en la forma acostumbrada.

Uno de los primeros actos de su gobierno en su nueva Sede Episcopal fue nombrar como Vicario General de la Diócesis, en reconocimiento de sus grandes cualidades y del don de gobierno, al que, años más tarde, sería uno de sus esclarecidos Sucesores en la Sede Episcopal Poblana, M. I. Sr. Dr. Don Ramón Ibarra y González, a quien también nombró Provisor del Obispado; Cargos que, con singular eficiencia y reconocida prudencia, desempeñó hasta el mes de agosto del siguiente año de 1889.

Dotado de infatigable celo Pastoral y deseoso de la salvación de las almas y de difundir la verdad y de llevar el consuelo a sus nuevos diocesanos, con la prontitud que las circunstancias permitieron, una vez que tomó posesión de la Diócesis y arreglados convenientemente los asuntos más urgentes y necesarios para el gobierno de la misma, en diciembre de ese mismo año de 1888, inicio la “Santa Visita Pastoral” del Obispado.

En el citado año de 1888, se terminó el magnífico Enrejado del Atrio de la S. Iglesia Catedral, con sus bases y pilastras de piedra de cantera;  rematadas con unos artísticos Ángeles de metal, sus 3 grandiosos “Portones” centrales, sus 4 “Portones” en las 2 esquinas frontales del Atrio y sus 2 “Portones” laterales; Obra realizada por el Maestro Herrero, Don Antonio Lorenz, que se inició en el año de 1878, (no se han podido encontrar datos sobre la fecha de su bendición é inauguración).

En la Sesión Capitular, celebrada el 14 de mayo de 1889, con asistencia del Venerable Prelado y a iniciativa suya, se acordó reducir el personal del Venerable Cabildo de la S. I. Catedral a 14 Miembros, a saber: 4 dignidades, (Deán, Arcediano, Chantre y Maestrescuelas 6 Canonicatos, (Canonjías Magistral, Lectoral, Penitenciaria y 3 Canonjías de Merced o Canónigos Presbíteros, incluyendo, desde hace algunos años, al Canónigo Sub Penitenciario) y 4 Prebendas (2 Diaconales y 2 Sub Diaconales), práctica que desde entonces hasta la fecha, se ha venido observando con regularidad.

El 15 de agosto de 1889, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, en virtud del Acuerdo aprobado en la Sesión Capitular del 24 de julio de ese mismo año, los Señores Capitulares comenzaron a usar la. Muceta junto con el Traje Prelaticio, (al igual que los Sres. Capitulares de la S. Iglesia Catedral de Morelia), por especial concesión de la Santa Sede, mediante el “Rescripto” de la Sagrada Congregación Consistorial, fechado el 8 de enero de 1889; gracia obtenida por gestiones del M. I. Sr. Prebendado y entonces Vicario General y Provisor del Obispados Sr. Ibarra y González. (este Traje Prelaticio se vino usando por espacio de más de 83 años, hasta el 23 de octubre de 1971, ya que a partir del siguiente día 24, hasta la fecha, se viene usando el nuevo y sobrio Traje Canonical prescrito por la Santa Sede.

A fines del mes de noviembre de 1889, el Venerable Prelado celebró con su clero, en la, S. Iglesia Catedral, unos piadosos y edificantes Santos Ejercicios Espirituales, que fueron memorables y de gran provecho espiritual para todos sus participantes.

El 27 de mayo de 1890, S. Ilma. bendijo solemnemente, con asistencia de la mayoría de los Sres. Capitulares, la, nueva Capilla de su Palacio Episcopal, (hace ya muchos años incautado por el Gobierno Federal), obra realizada a iniciativa suya.

Deseoso del progreso científico y práctico del insigne “Seminario Palafoxiano”, a principios del año de 1891, con anuencia del Venerable Cabildo, el Prelado estableció una Cátedra para la formación de personas aptas para desempeñar eficientemente el oficio de “Abogados Eclesiásticos” en la Curia Diocesana.

De conformidad con el Acuerdo aprobado en la Sesión Capitular del 26 de febrero de 1891, los restos mortales del Venerable Siervo de Dios “Juan Bautista de Jesús”, Ermitaño que fue propietario de la taumaturga Imagen de Ntra. Sra. de la Defensa, fallecido el 23 de mayo de 1660 y que, desde entonces se hallaban sepultados en la Capilla de la Tercera Orden del Convento de San Francisco de la ciudad de Tlaxcala, teniendo en cuenta los grandes favores que la Santísima Señora, bajo la mencionada Advocación, otorgó a su fiel y devoto Siervo, fueron inhumados, a fines de ese mes (se desconoce la fecha exacta), al pie del Altar de Ntra. Sra. de la Defensa, en la Capilla de Los Reyes de la S. Iglesia Catedral.

El 27 de mayo de 1895, con anuencia de S. Ilma. y del Venerable Cabildo, se inhumaron, de manera casi privada, en uno de los muros laterales de la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús de la S. Iglesia Catedral, los restos mortales del esclarecido Caudillo Conservador, que por algún tiempo; (del 2 de febrero de 1859 al 13 de agosto de 1860), fue Presidente de la República Mexicana, Gral. Miguel Miramón, fusilado, el 19 de julio de 1867, en el Cerro de “Las Campanas”, cerca de la ciudad de Querétaro, y que anteriormente se encontraban sepultados en el Panteón de San Fernando de la ciudad de México.

Durante su gobierno, al erigirse, el 25 de diciembre de 1891, la antigua Diócesis de Antequera o Oaxaca en Arquidiócesis, por Bula de S.S. León XIII, fechada el 23 de junio de 1891, se desmembraron para formar parte de la nueva Metrópoli del Obispado de Puebla: 2 Foranías y 3 Parroquias.

Este Venerable Prelado asistió, en unión de la casi totalidad de los Miembros del Venerado Episcopado de la República, a la Solemne é inolvidable “CORONACIÓN PONTIFICIA” de la Imagen de la Amorosa Madre y Excelsa Patrona de México “SANTA MARIA DE GUADALUPE”, que en representación y en nombre del gran Pontífice: León XIII, realizaron los Ilmos. Sres.: Dr. Don Próspero María Alarcón Sánchez de la Barquera, Arzobispo de México y Dr. Don José Ignacio Arciga y Ruíz de Chávez, Arzobispo de Michoacán, el memorable día 12 de octubre de 1895, en la entonces I. y Nacional Colegiata Guadalupana del Tepeyac, México, D.F.

Este insigne y santo Prelado mucho se distinguió por su acendrada devoción Eucarística y por su filial devoción a la Sma. Virgen María, en especial, bajo la advocación de Ntra. Sra. de Ocotlán; cuando estaba en la ciudad de Puebla, todos los días visitaba al Smo. Sacramento en la Iglesia donde se estaba celebrando la Circular de las 40 Horas; en varias ocasiones se dignó visitar el entonces Santuario de Ocotlán, Tlaxcala., donde, bajo el Manto tutelar de tan Amorosa Madre, pasaba, según él decía, los días más felices, durante los cuales le confiaba, con amoroso abandono, todas sus penas y encontraba alivio y consuelo.

Devotísimo igualmente de la Santa Cruz, a la edad de 76 años, 6 meses y 5 días de edad, después de sobrellevar con ejemplar resignación sacerdotal sus múltiples enfermedades y achaques, después de 5 años, menos 27 días de Ministerio Episcopal, como Primer Obispo de Colima y de 8 años y 42 días, como Trigésimo Primer Obispo de Puebla, lleno de méritos y muy estimado y venerado de su Clero y de sus diocesanos, se durmió en el ósculo  del Señor este esclarecido Prelado Angelopolitano el 14 de septiembre de 1896, en su Palacio Episcopal de la ciudad de Puebla.

El santo Obispo de Puebla, lo llamó el Excmo. Sr. Visitador Apostólico en México, Mons. Don Nicolás Averardi, Arzobispo Titular de Tarso, en su telegrama de pésame al Venerable Cabildo de Puebla; “Esclarecido Varón”, lo llamó el Emmo. Cardenal Mariano Rampolla del Tíndaro, Secretario de Estado de S.S. León XIII, en el cablegrama del 19 de septiembre de 1896, que envió al Ven. Cabildo Angelopolitano, expresando las sentidas condolencias del Sumo Pontífice ya mencionado, al Cabildo, Clero y diocesanos de Puebla por la irreparable pérdida de su Prelado.

Celebradas las solemnes “Honras Funebres” el 18 de septiembre del mencionado año de 1896, en la S. Iglesia Catedral, en atención a uno de sus últimos deseos y en cumplimiento de su expresa y última voluntad, su cadáver fue conducido al entonces Santuario, (después Colegiata y hoy: Basílica), de Ntra. Sra. de Ocotlán, Tlaxcala, siendo sepultado en el Camarín del mencionado Santuario, el 19 del mismo mes de septiembre.

Después de permanecer bajo el manto maternal de la Amorosa Madre y Excelsa Patrona de la entonces Diócesis y hoy: Arquidiócesis de Puebla, en el Camarín de su entonces Santuario de Ocotlán, Tlax., por espacio de 53 años, a iniciativa del Venerable Cabildo Angelopolitano, con la expresa aprobación del entonces Dgmo. Arzobispo de Puebla, Mons. Dr. Don José Ignacio Márquez y Toriz, en ocasión de las Solemnidades Conmemorativas del Tercer Centenario de la Consagración y dedicación de la S. I. Basílica Catedral de Puebla, el 27 de julio de 1949, fueron exhumados los restos mortales de este Venerable Prelado junto con los del Ilmo. Sr. Verea y González, uno de sus ilustres Predecesores en la Sede Episcopal de Puebla, y al día siguiente, el 28 de julio, después de las solemnes “Honras Fúnebres” conmemorativas del IV Aniversario de la muerte del Tercer Arzobispo Angelopolitano, Mons. Dr. Don Pedro Vera y Zuria, celebradas en la S. I. B. Catedral, fueron inhumados definitivamente en la “Cripta de Obispos”, bajo el suntuoso Ciprés de la mencionada S. I. B. Catedral, donde actualmente reposan.

Elogios “Humilis, Eucharisticus, Apostolicus”, (“Humilde, Eucarístico, Apostólico”).

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