top of page

Ilmo. Sr. Dr. Don Francisco de Paula Verea y González (1880-1884)

El Vigésimo Noveno Sucesor de Fr. Julián Garcés, en su Sede Episcopal de Puebla, fue originario del barrio de Analco, de la Capital de la antigua Provincia de Nueva Galicia, hoy: Guadalajara en el Estado de Jalisco, donde nació el 14 de diciembre de 1813.


Cursó de manera sobresaliente sus estudios Eclesiásticos en el Seminario Conciliar y en la Universidad de Guadalajara, donde obtuvo la Borla de Doctor en Derecho, siendo después Catedrático de Derecho Patrio y de Derecho Canónico en el Seminario Conciliar de su ciudad natal.

Fue ordenado de sacerdote, el 27 de marzo de 1837, por el Ilmo. Sr. Obispo de Guadalajara: Dr. Don Diego de Aranda y Carpinteyro, (originario de la ciudad de Puebla, donde nació el 20 de diciembre de 1776).

Después de ser Párroco, durante algunos años, de la Parroquia de Analco de la ciudad de Guadalajara, tomó posesión de una Prebenda, como Canónigo Racionero de la S. Iglesia Catedral de la mencionada Ciudad, de la que fue después Canónigo Doctoral.

El Ilmo. Sr. Dr. Don Pedro Espinosa y Dávalos, Dignísimo XXVII Obispo y I Arzobispo de Guadalajara, reconociendo los relevantes méritos y singulares dotes de gobierno del Sr. Prebendado Verea y González, lo nombro primero, su Secretario de Cámara y Gobierno y después, Provisor, Vicario General y Gobernador del Obispado.

S.S. Pio IX, con fecha: 2 de junio de 1853, lo preconizó como VIII Obispo de la Diócesis de Linares, (hoy: Arquidiócesis de Monterrey), que se encontraba “Vacante” por muerte del Obispo Electo Don José Ignacio Sánchez Navarro, fallecido, antes de Consagrarse, en la ciudad de México, el 5 de agosto de 1851.

El 13 de noviembre de 1853, fue solemnemente Consagrado en la entonces Nacional Colegiata de Ntra. Sra. de Guadalupe del Tepeyac, México, por el Ilmo. Sr. Arzobispo Metropolitano de México, Dr. Don Lázaro de la Garza y Ballesteros, marchando, días después, a su lejana Diócesis, de la que tomó posesión canónica el 26 de diciembre de ese mismo año de 1853.

Por espacio de 25 años y 9 meses, menos 9 días, con singular prudencia y abnegado celo Pastoral, gobernó su Diócesis, dejando gratísimos é imperecederos recuerdos en los corazones de su Clero y de sus diocesanos.

Con fechas 16 de septiembre de 1879, S.S. Pio IX lo promovió a la Sede Episcopal de Puebla, que se encontraba “Vacante” desde el 1 de marzo de ese mismo año de 1879.

Prestado el Juramento de fidelidad y obediencia a la Santa Sede, en la forma prescrita, ante el Ilmo. Sr. Labastida y Dávalos, Arzobispo de México, en el mes de diciembre de 1879, Su Ilma. tomó posesión canónica de su nueva Diócesis, por poder, otorgado al Sr. Canónigo Doctoral y Vicario Capitular de le Diócesis Angelopolitana: Lic. Don Atenógenes Castillero, el 23 de enero de 1880.

A sugerencia de este Venerable Prelado, en la Sesión Capitular del 2 de marzo de 1880, el Venerable Cabildo Angelopolitano proclamó a “San Juan Nepomuceno” Protomártir del Sigilo Sacramental como su especial Patrono determinando celebrarle mensualmente una Misa, por turno, incluyendo a Su Ilma., a petición suya.

Por ese mismo mes de marzo, se estableció en la ciudad de Puebla, el, hace años desaparecido, “Colegio Clerical Josefino”, con expresa aprobación del Prelado, quien aprobó su Reglamento respectivo; en el mes de julio de ese mismo año, Su Ilma. erigió canónicamente el mencionado Colegio, constituyéndose el mismo Prelado como Rector nato del mismo, suplicando al M. I. Sr. Prebendado, Don José Victoriano Covarrubias hiciera sus veces en todo lo relativo a ese Cargo.

En el memorable Cabildo celebrado el 27 de mayo de 1881, se acordó, por unanimidad, que el Venerable Cabildo de Puebla, adhiriéndose a los plausibles deseos de los Miembros de la llamada “Sociedad Católica” de la ciudad de Puebla, elevará una respetuosa y encarecida Solicitud al entonces Sumo Pontífice: León XIII (1878-1903), pidiéndole declarase como: Dogma de Fe, la Asunción corpórea, de la Santísima Virgen María a los cielos; de esta manera, la entonces Diócesis, (hoy: Arquidiócesis), de Puebla de los Ángeles, confirmando, una vez más, su tradicional y acendrado fervor Mariano, fue una de las primeras Diócesis del Orbe Católico que se interesó por la Definición Dogmática del Misterio de la gloriosa “Asunción de la Santísima Virgen María” que, 69 años después, el egregio Pontífice Pio XII, proclamaría el 1 de noviembre de 1950.

Las Obras materiales de ampliación del entonces Templo Parroquial del Sagrario, anexo a la S. Iglesia Catedral, que fueron aprobadas a principios del año de 1881, se iniciaron en los primeros días del mes de mayo de 1882, bajo la dirección del maestro Arquitecto Don Justo Joffré; sin embargo, a mediados del mes de julio de ese mismo año, se suspendieron por haber intervenido el Gobierno.

El 16 de noviembre de ese mismo año de 1882, Su Ilma. bendijo solemnemente la Capilla de San Juan Nepomuceno de la S. I. Catedral, colocando en la parte principal del Altar, una Reliquia insigne de este esclarecido Santo, “Protomártir del Sigilo Sacramental”.

El 16 de julio de 1883, se bendijo solemnemente el Altar dedicado a Sra. del Carmen, situado en el muro exterior, del lado norte, del Coro de la S. Iglesia Catedral.

El Sumo Pontífice: León XIII, en atención a sus méritos, lo nombró su “Prelado Doméstico” y “Asistente al Sacro Solio Pontificio”; este Prelado ostentaba los siguientes Títulos: Comendador de la “Imperial Orden de Guadalupe”, Presidente Honorario del “Instituto de África”, Consejero del Gobierno General y Diputado Suplente al Consejo General de le República.

Después de gobernar a su Diócesis Angelopolitana durante 4 años, 3 meses y 11 días, lleno de méritos, tanto intelectuales, ya que fue un profundo Teólogo y elocuente Orador Sagrado, como morales, ya que fue, hasta la abnegación, infatigable Pastor de su laboriosa Grey Poblana, a la edad de 70 años y 5 meses, menos 10 días de edad, practicando la “Santa Visita Pastoral” en la región de San Juan de los Llanos, Pue., confortado con todos los últimos Sacramentos, falleció el 4 de mayo de 1884, en la Casa Cural de Cuyoaco, Pue.

Asiduo y fervoroso devoto de le Sma. Virgen María, en su Consoladora advocación de Nuestra Señora de Ocotlán, en cuyo venerable Santuario, (desde el 19 de mayo de 1958: Santa Iglesia Basílica), pasaba los días que le permitían sus múltiples y arduos Ministerios Pastorales disfrutando durante ellos, de las caricias de tan bondadosa Madre, a quien regaló un Pastoral, tuvo la dicha de que sus restos mortales, por espacio de 65 años, permanecieron sepultados en el artístico y célebre Camarín del mencionado Santuario, después Colegiata y actualmente Basílica; ya que no habiendo permitido la Autoridad Civil del Estado de Puebla que el cadáver del ilustre Prelado se sepultase en la S. Iglesia Catedral, se acordó en el «Pelicano» del 6 de mayo del citado año de 1884 y gracias a la gentileza del Sr. Pavón, entonces Gobernador del vecino Estado de Tlaxcala, que su cadáver se trasládese de la Parroquia de Cuyoaco a la ciudad de Tlaxcala, donde, después de les solemnes Honras Fúnebres, celebradas en el Templo Parroquial de Tlaxcala, el 9 de mayo del año mencionado, fue sepultado en el ya mencionado Camarín.

En el año de 1949, en ocasión de la celebración del “Tercer Centenario” de la Consagración y dedicación de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Puebla y ocupando la Sede Arquiepiscopal Angelopolitana, el Ilmo. Sr. Dr. Don José Ignacio Márquez y Toriz, el 27 de julio de ese año, se exhumaron los restos mortales de este Venerable Prelado, junto con los del Ilmo. Sr. Dr. Francisco Melitón Vargas y Gutiérrez, Dignísimo XXXI. Obispo Angelopolitano, del Camarín de la entonces Colegiata de Nuestra Sra. de Ocotlán en Tlaxcala; donde se encontraban sepultados, y al día siguiente: 28 de julio, después de las solemnes “Honras Fúnebres” conmemorativas del Cuarto Aniversario del fallecimiento del III Arzobispo de Puebla: Dr. Don Pedro Vera y Zuria, bajo la presidencia de Mons. Márquez y Toriz, y de la “Comisión Capitular” nombrada para la realización de estos trámites, presidida por el entonces M. I. Sr. Canónigo Penitenciario: Dr. Don Octaviano Márquez y Toriz, años más tarde, Dgmo. V Arzobispo Angelopolitano y con asistencia del Venerable Cabildo Angelopolitano, fueron inhumados los restos mortales de este ilustre Prelado: Verea y González y del Ilmo. Sr. Vargas y Gutiérrez, en la llamada “Cripta de Obispos”, bajo el suntuoso Ciprés de la S. I. Basílica Catedral de Puebla, donde actualmente se encuentran.

bottom of page